LAS SENSUALES LOLITAS DE IÑIGO EN LA PRENSA
|
El análisis de Lola o Lolita, la serie creada por Iñigo, ofrece un interés múltiple, por tratarse de una de las más populares y duraderas de su género en España, porque es un buen ejemplo de cómo operaban las agencias, por estar protagonizada por una mujer joven, bella, desenvuelta, sensual, con frecuencia atrevida y, desde luego, adelantada a la sociedad real de su tiempo, y por el acertado uso que hace de los recursos gráficos, los únicos con los que cuenta al tratarse de historietas sin palabras.
Nuestro
estudio habría quedado incompleto si no nos ocupáramos de otros
seriales, también con titularidad femenina, creados por Iñigo, que si
bien no alcanzaron tanto éxito como Lola, estaban cortados por el mismo
patrón.
Matildita y Anacleto, un matrimonio completo, por Nadal – El DDT nº 353 (17-II-1958). |
El
nombre completo de Iñigo es Ignacio Hernández Súñer. Era ya un
profesional con cierta experiencia como ilustrador cuando se incorporó a
Editorial Bruguera en el año 1958. Se le recomendó entonces que
sus trabajos siguieran el estilo ofrecido por Nadal en las páginas de
algunas revistas de la casa, sobre todo en El DDT. Nadal (Ángel
Nadal Quirch) había desarrollado un dibujo de trazo más realista que el
de sus compañeros: Cifré, Peñarroya, Jorge, Escobar, muy adecuado para
escenificar situaciones de la vida cotidiana y en pareja, como ocurría
en Matildita y Anacleto, un matrimonio completo (1954) y en Maripili y Gustavito, todavía sin pisito (1958).
Iñigo, siguiendo la línea que le habían indicado, creó las parejas Robertito y Elisenda, una pareja estupenda (1958), Heliodoro y Robertita, una feliz parejita (1960) y otras, más adelante.
Otras obras de Nadal pueden considerarse precursoras de Lola. Es el caso de las tiras de Rosita, la vampiresa (1951) con su melena rubia a lo Verónica Lake, cubriendo un lado de la cara, que resulta bastante recatada, a pesar del calificativo, o los chistes gráficos Mujeres (1954) que reflejan, desde una óptica masculina, ciertos comportamientos del sexo contrario.
Otras obras de Nadal pueden considerarse precursoras de Lola. Es el caso de las tiras de Rosita, la vampiresa (1951) con su melena rubia a lo Verónica Lake, cubriendo un lado de la cara, que resulta bastante recatada, a pesar del calificativo, o los chistes gráficos Mujeres (1954) que reflejan, desde una óptica masculina, ciertos comportamientos del sexo contrario.
Maritina, la chica de la oficina, por Segura.
|
La
agencia Creaciones Editoriales había iniciado sus actividades en los
años 1940, vinculada al grupo de Editorial Bruguera. A la vista del auge
internacional de un humor gráfico algo pícaro pero sin complicaciones,
que protagonizaban jóvenes atractivas, esta agencia pidió al dibujante
Iñigo que crease algún personaje, ligeramente erótico, que pudiera
encuadrarse con éxito en esa corriente. Como respuesta nacieron dos
chicas: una rubia, para ser titular de una serie de tiras al modo de las
difundidas comic strips de los Syndicates norteamericanos,
y una morena, que debía haber aparecido en chistes de una sola viñeta,
pero que no llegó a ver la luz. El propio Iñigo eligió el nombre de Lola
para su escultural rubia, mientras que la morena se hubiera llamado
Carmen.
A fin de
facilitar su publicación en diferentes países las tiras fueron
concebidas “mudas”, es decir, sin diálogos ni textos, para que no
requiriesen traducción a los correspondientes idiomas.
La
estructura era siempre la misma: cuatro viñetas del mismo tamaño, que
permitían ser agrupadas en línea horizontal o vertical, en cuadrado (dos
arriba y dos abajo) y hasta en forma de “L”.
Lola y sus coqueterías
Cuando Iñigo creó Lola, en 1962, había cumplido 38 años y era un autor consolidado. La serie, que
en sus comienzos estaba influida por el estilo de Nadal, fue suavizando
sus rasgos humorísticos hasta presentar un grafismo más realista y
personal, que es muy evidente en los personajes femeninos, pero su
novedad más destacada es el salto que da en el nivel de atrevimiento de
las situaciones que plantea. Con frecuencia, Lola aparece en biquini o se buscan motivos para que se luzca en ropa interior.
Para
quienes no reparen en el descaro que tal conducta suponía en la época
de iniciación del serial, conviene recordar que, a finales de la década
de los años cincuenta, los bañadores de dos piezas se consideraban
escandalosos y su uso por actrices como Brigitte Bardot eran motivo de
titulares en la prensa. Eso sucedía en los países que los permitían, que
no era el caso de España, donde estaban prohibidos en las playas y
piscinas públicas. Para que la moda comenzase a ser aceptada hubo que
esperar a los años sesenta y más concretamente, a la película del Agente 007 James Bond contra el Dr. No (1962), en la que Úrsula Andress salía del mar con un escueto modelito blanco, con cinturón y cuchillo.
Lola
y otras bañistas de la tira aportaron su granito de arena,
familiarizando a la sociedad española con los biquinis, aunque con
cierto retraso, debido a las limitaciones impuestas por la censura.
Algunos
comportamientos ofrecidos por los personajes también se consideraron
descarados en relación con la moralidad imperante, vigilada con cien
ojos por los estamentos oficiales.
Tira 1L de Lolita, todavía con influencia de Nadal – Pueblo (6-7-VII-1963).
|
A
fin de dar a conocer la serie y encontrar clientes interesados en su
publicación, en los talleres gráficos de Editorial Bruguera se
imprimieron láminas con cinco tiras cada una y se hicieron llegar a
editoriales de diferentes países. En España fue aceptada por el diario Pueblo, editado en Madrid, en cuyas páginas comenzó a publicarse el verano de 1963, con el nombre de Lolita.
Cabe en lo posible que, al utilizar en diminutivo el nombre de la
protagonista, los responsables del periódico quisieran aprovechar la
resonancia de la película del mismo título, rodada el año anterior por
Stanley Kubrick y que había tenido problemas con la censura en
bastantes países, pero lo cierto es que el film todavía tardó en
proyectarse en España. Se estrenó en 1971 en las salas calificadas de
“Arte y ensayo” y, aún más tardía (1975), fue la llegada de la novela
original de Vladimir Nabokov, autor también del guión cinematográfico.
Aunque las primeras ediciones en español vieron la luz mucho antes en
Argentina y Méjico, su difusión a este lado del océano sería escasa.
En la agencia Creaciones Editoriales marcaban el material que producían con el símbolo del Copyright, las iniciales de la empresa y unos caracteres de identificación, que en el caso de Lola
consistían en una L y un número. Como el dibujante entregaba varios
originales a la vez, el número no corresponde rigurosamente con el orden
de producción, pero sí da una idea aproximada.
En nuestra investigación de las historietas de Lolita
hemos tratado de utilizar estos códigos, pero con frecuencia están
ilegibles o han desaparecido, debido al débil sellado efectuado por
C.E., al que se añade la deficiente impresión que caracterizaba a la
prensa diaria de la época. A estas dificultades se antepone la
localización, primero del periódico y luego de la tira en el mismo,
teniendo en cuenta que no se incluía todos los días y que la página y la
posición no eran siempre las mismas. Para mayor complicación, las tiras
se publicaron desordenadas. La tarea resulta así lenta y laboriosa
Pueblo y sus tiras
No es casual que fuese precisamente el diario Pueblo
el que decidiese ofrecer a sus lectores las peripecias de la
desenfadada rubia creada por Iñigo. Este periódico vespertino ocupaba en
España el tercer puesto por difusión, sólo detrás de La Vanguardia y ABC,
que se disputaban el liderazgo. Era, por supuesto, adepto al régimen
franquista, pero pertenecía a los sindicatos verticales, lo que le
proporcionaba autonomía y gozar de cierta permisividad en sus
contenidos. Desde 1952 estuvo dirigido por el periodista Emilio Romero.
Los artículos de opinión, incluido los firmados por el director
obtuvieron considerable notoriedad por expresar ideas que discrepaban
con las directrices y políticas oficiales. Estaba destinado, en gran
medida, a la clase trabajadora que, en la época en que nos situamos, se
componía en su mayoría por hombres, por lo que dedicaba mucha atención
al fútbol y otros deportes, además de a los toros.
A la aparición de Lolita siguió un par de semanas más tarde otra tira, firmada ésta por F. Ibáñez, al principio sin nombre, pero en seguida titulada Los Pérez.
También estaba producida por Creaciones Editoriales y narraba episodios
de la vida cotidiana de una imaginaria familia, reflejando la sociedad
de forma mucho más real que Lolita. Ambas tiras figuraron
simultáneamente, luego alternaron, hasta que sólo permaneció la de
Iñigo. Del resultado de esta competencia puede deducirse que los
seguidores del diario prefirieron las picardías de Lolita a las situaciones demasiado próximas de Los Pérez.
El
carácter de la historieta de Ibáñez y posiblemente la clave de la
elección de los lectores quedaron patentes en la tira publicada el
jueves 15 de agosto de 1963, en la que el Sr. Pérez aparece contento
mirando diapositivas de actrices, y es increpado por su mujer cuando le
descubre. En total, aparecieron al menos veintitrés episodios de Los Pérez.
Lola publicada en Japón - L1918 y L1920 (1970). |
Can Can o la mutación de Lolita
En 1963, poco más tarde del inicio de Lolita en Pueblo, Editorial Bruguera decidió lanzar a los quioscos una nueva revista de humor destinada a lectores adultos masculinos.
Para materializar el proyecto se rescató la más atrevida de sus cabeceras, Can Can, que estaba fuera de uso desde 1960 y se planeó el lanzamiento de su segunda época.
La agencia Creaciones Editoriales debía proporcionar el contenido, compuesto por chistes gráficos, textos cortos, fotografías de chicas monas, coquetas, ingenuas o picaronas y alguna tira del tipo de Lola, que ya había demostrado su gancho. Nadie deseaba cambiar la fórmula, pero como ya estaba comprometida con Pueblo, los responsables de la nueva revista tomaron una curiosa decisión. Encargaron a Iñigo que, en algunas tiras ya acabadas, transformase a la rubia Lola en morena. Para que el truco no resultase tan manifiesto, el dibujante cambió algo el peinado. Además, las viñetas fueron recortadas por los laterales.
La agencia Creaciones Editoriales debía proporcionar el contenido, compuesto por chistes gráficos, textos cortos, fotografías de chicas monas, coquetas, ingenuas o picaronas y alguna tira del tipo de Lola, que ya había demostrado su gancho. Nadie deseaba cambiar la fórmula, pero como ya estaba comprometida con Pueblo, los responsables de la nueva revista tomaron una curiosa decisión. Encargaron a Iñigo que, en algunas tiras ya acabadas, transformase a la rubia Lola en morena. Para que el truco no resultase tan manifiesto, el dibujante cambió algo el peinado. Además, las viñetas fueron recortadas por los laterales.
Las historietas modificadas no se enviaron a Pueblo y se publicaron con el título Sofía, a partir del número uno de la segunda época de Can Can, que tiene fecha facial de 21 de octubre de 1963.
Los
retoques se realizaron sobre copias en las que el código de
identificación fue eliminado. Luego volvió a ser incluido, pero
sustituyendo la letra inicial “L” por una “S”. Más adelante, los cambios
los efectuaron dibujantes que trabajaban en el estudio de la editorial,
que se limitaron a oscurecer el pelo, sin tocar el código. Como
consecuencia, tales historietas figuran con la letra “L” y el mismo
número, tanto para Lola como para Sofía y hasta se dio algún caso (ver Can Can segunda época, nº 38) en el que a Lola se le olvidó pasar por la peluquería y luce su rubia melena bajo el nombre de Sofía. Pasado algún tiempo, tiras aparecidas ya en Can Can, en versión Sofía, también lo hicieron sin modificar en Pueblo, como Lolita.
Arriba, Sofía (morena) en Can Can 2ºª época – nº 79 – L605 – (19-IV-1965).
Abajo, Lolita (rubia) en Pueblo – L605 – (28-V-1966). |
La censura y sus consecuencias
A Lolita y a Sofía
les tocó convivir con una censura oficial muy severa. Eran los tiempos
del Padre Vázquez que calificaba a Iñigo de “autor de mariposillas sin
alas”. En esta situación, las tiras que entraban en la oficina
ministerial de la censura podían ir a parar a tres imaginarios cajones:
“Puede publicarse”, “Si se retoca, puede publicarse” e “Impublicable”.
Las
que recibían la clasificación intermedia y debían pasar por el
“reformatorio” antes de ser presentadas en sociedad, eran modificadas en
el estudio de Editorial Bruguera. Las correcciones consistían, por lo
general, en trasformar los biquinis en bañadores completos, pero también
se dibujaban camisones de los llamados entonces “picardías”, cuando la
protagonista aparecía vestida solo con sus pequeñas prendas de ropa
interior o se bajaban faldas volanderas que emulaban a la Marilyn Monroe
en el film de Billy Wilder. Este tipo de modificaciones tenían por
objeto cubrir aquellas zonas del cuerpo femenino que podían resultar
sensuales. Sin embargo, las marcadas formas con las que Iñigo dotaba a
sus chicas fueron respetadas, sin ser mutiladas como les había ocurrido a
las compañeras de Flash Gordon y otras muchas mujeres de los cómics.
Las
historietas descartadas de forma taxativa lo eran porque no podían ser
rectificadas sin perjudicar seriamente su inteligibilidad.
A
veces, el material comercializado en el extranjero también tuvo que
sufrir retoques, aunque estos fuesen por causas opuestas, como sucedía
en Japón, donde deseaban que Lola apareciese desnuda con más
frecuencia. En estos casos, la labor de los dibujantes consistía en
hacer desaparecer los biquinis, cubriéndolos con pintura blanca.
Modus operandi
Modus operandi
En
los primeros tiempos de la serie Creaciones Editoriales facilitaba a
Iñigo ideas y chistes – españoles y extranjeros – y él los desarrollaba
para adaptarlos al perfil de la tira, pero más adelante se hizo cargo de
todo el proceso creativo. Un chiste podía contarlo en cuatro viñetas,
pero, por lo general, le proporcionaba ideas para más de una historieta.
Partiendo de una misma situación, el breve relato podía seguir
diferentes caminos, por ejemplo: Lola se desviste detrás de una
puerta cerrada. En un caso, el admirador de turno no quiere perderse el
espectáculo y mira por el ojo de la cerradura. Lola le descubre y enfadada le abofetea. En otro caso, el supuesto admirador se toma una copa mientras aguarda, Lola,
que deseaba ser espiada se ofende por la falta de interés y le
abofetea. En ambas ocasiones, el punto de partida y el desenlace
coinciden, pero en otras, los hechos en torno a la misma idea
transcurren de diferente manera. El ojo de la cerradura dio mucho juego
a Iñigo, pero el gag podía tener lugar junto a una ventana, en una
terraza o entre arbustos en el campo, porque el tema esencial era Lola desnudándose y no hay duda de que el dibujante aprovechó bien el filón que tenía a su alcance.
Según
nos contó Iñigo, llegó a realizar veinte o veinticinco bocetos al día
con distintas ideas. Los entregaba y después de verlos se los devolvían
indicando los que debía finalizar, pero él no tiraba los descartados y
al cabo de cierto tiempo, lo intentaba de nuevo. A veces se bloqueaba y
no tenía ideas, “pero a las cuatro de la madrugada, cuando todo está en
silencio, fluyen ideas que ni te das cuenta y encuentras muchos temas”.
Es consciente de que desarrolló temas similares e incluso el mismo, más
de una vez, pero siempre procuró que la publicación en la prensa
estuviese bastante distanciada en el tiempo para que la reiteración no
resultase cargante.
Dibujaba
a plumilla, dos viñetas en un mismo papel. Para construir los marcos,
utilizaba una plantilla y un punzón, señalaba los vértices y luego los
unía con una línea.
“Me
pagaban bien”, nos dice, pero a cambio cedía todos los derechos y los
originales, según la práctica que era habitual en la época.
Cuando
la demanda exterior decreció, la española cobró mayor importancia y
entonces la agencia C.E., a fin de evitar problemas con la censura,
rebajó el nivel deseable de atrevimiento y las tiras “subidas de tono”
dejaron de interesarles.Lola como modelo
El éxito logrado por Lola
llevó a los responsables artísticos del Grupo Bruguera a distribuir
viñetas de la atractiva rubia entre los dibujantes de la casa para que
la tomaran como referencia en sus creaciones. Algo parecido había
sucedido con la obra de Nadal, cuando Iñigo inició su colaboración con
la editorial.
La admiración por Lolita
sobrepasó los límites de la expresión gráfica y su figura adquirió tres
dimensiones cuando el escultor Ricard Sala (1927-2009), conocido
internacionalmente y en los años 1970 Director de la Facultad de Bellas
Artes de Barcelona, la tomó como modelo para una escultura que recibió
el nombre de Gavina, en la que aparecía desnuda. Varias copias de esta
gaviota de altos vuelos fueron vendidas por una cantidad de pesetas que
contenía bastantes ceros.
Tampoco faltaron personajes femeninos en el mundo de las historietas de prensa que siguieran los pasos de a Lola, tal sucedió en El Heraldo de Aragón, pero ninguno de ellos llegó a aproximarse ni en popularidad ni en permanencia.
Marta y María
El domingo 5 de octubre de 1969 iniciaba su andadura en el suplemento del diario ABC Marta y María, una tira producida por Creaciones Editoriales, debida al mismo autor que Lola y con formato similar. Aparecía con las viñetas agrupadas en forma de cuadrado (dos arriba y dos abajo), en el centro de la sección “Salud y Belleza”, unas cualidades de las que, accidentes aparte, disfrutaban las dos jóvenes protagonistas, que por su físico y comportamiento parecían salidas del mismo molde que Lola. En los episodios nunca se especificaba quien era Marta y quien era María, pero Iñigo nos ha aclarado que Marta era la rubia y María la morena.
Al disponer de dos coprotagonistas se abrieron nuevas posibilidades argumentales, compartiendo la misma peripecia o viviendo anécdotas basadas en la rivalidad o el compañerismo entre ellas.
Editorial Bruguera recopila LolaEl domingo 5 de octubre de 1969 iniciaba su andadura en el suplemento del diario ABC Marta y María, una tira producida por Creaciones Editoriales, debida al mismo autor que Lola y con formato similar. Aparecía con las viñetas agrupadas en forma de cuadrado (dos arriba y dos abajo), en el centro de la sección “Salud y Belleza”, unas cualidades de las que, accidentes aparte, disfrutaban las dos jóvenes protagonistas, que por su físico y comportamiento parecían salidas del mismo molde que Lola. En los episodios nunca se especificaba quien era Marta y quien era María, pero Iñigo nos ha aclarado que Marta era la rubia y María la morena.
Al disponer de dos coprotagonistas se abrieron nuevas posibilidades argumentales, compartiendo la misma peripecia o viviendo anécdotas basadas en la rivalidad o el compañerismo entre ellas.
El periodista de ABC, Luis María Ansón (ahora apellidado Anson, sin acento) había tratado de publicar un libro con las tiras de Lolita, pero el Grupo Editorial Bruguera – propietario de los derechos a través de C.E. – había frustrado tales proyectos.
Por
fín, Editorial Bruguera decidió lanzar una colección de cuadernos de 48
páginas con 120 tiras cada uno (Ver ficha de Tebeosfera). La edición
recuperaba el nombre original: Lola. A principios de 1975
apareció en los quioscos el número uno de la colección, con el subtítulo
“El más gracioso personaje sexi del cómic”. Los volúmenes continuaron
apareciendo hasta 1976, cuando, en el número 28, se agotaron las
historietas producidas. Un pequeño resto no tuvo cabida porque era
insuficiente para completar otro cuaderno. Las páginas interiores están
impresas en bicolor y las tiras tienen diferentes configuraciones,
incluida la angular. Iban acompañadas por chistes gráficos, también
procedentes de C.E.
Lamentablemente,
al menos para quienes estudiamos el medio, no se mantuvo el orden
cronológico de las tiras, con lo que resulta muy complicado observar la
evolución que habían experimentado. Por ejemplo, el volumen 5 contiene
muchas de las primeras y algunas más pueden verse en el número 1. En el
último se han reunido más de veinte historietas que hacen referencia a
las fiestas navideñas y fin de año. Varias de ellas muestran calendarios
de diferentes fechas, con imágenes de Lola, que, por falta de visión
comercial, sólo existieron en la ficción de estos relatos.
Pese al desorden señalado, la colección posee un valor estimable pues permite contemplar prácticamente todas las historietas disponibles hasta ese momento, incluidas las que permanecían inéditas en España al haber sido, en su día, rechazadas por la censura, y las que habían aparecido reformadas. La publicación fue posible gracias a que la aplicación de las normas se habían relajado de manera notable durante los últimos años. Todas pueden ser contempladas en su estado original, a excepción de las más recientes, cuyas viñetas, un poco más anchas, fueron recortadas por los laterales para adaptarlas a las dimensiones de los cuadernos.
Portada del nº 2 de Lola – Ed. Bruguera (1975).
|
Página 37 del nº 12 de Lola – Ed. Bruguera (1975).
|
Pese al desorden señalado, la colección posee un valor estimable pues permite contemplar prácticamente todas las historietas disponibles hasta ese momento, incluidas las que permanecían inéditas en España al haber sido, en su día, rechazadas por la censura, y las que habían aparecido reformadas. La publicación fue posible gracias a que la aplicación de las normas se habían relajado de manera notable durante los últimos años. Todas pueden ser contempladas en su estado original, a excepción de las más recientes, cuyas viñetas, un poco más anchas, fueron recortadas por los laterales para adaptarlas a las dimensiones de los cuadernos.
La
mayor permisividad en todos los medios de comunicación propició la
llegada del denominado “destape”, que se manifestó sobre todo en el
cine, pero influyó también en el uso de prendas femeninas interiores y
para el baño. Cuando tuvo lugar esta recopilación, la difusión del monoquini y el top less
era equivalente a la del biquini en la época en que Lola inició su
andadura. El tanga, procedente de Brasil, comenzaba a introducirse.
Este
panorama llevó a Iñigo al convencimiento de que la edición había
aumentado la popularidad de Lola, pero llegó tarde, porque sus destapes
habían sido rebasados en otros medios y no resultaban ya atrevidos. Como
él mismo comenta: “Con el destape, Lola parecía una novicia”. En
cualquier caso, las ventas de los primeros números fueron
espectaculares, aunque luego decayeron, sin que un nuevo enfoque de las
portadas contuviese el abandono de buena parte de los lectores.
Portada del nº 26 de Lola – A partir del nº 20 son chistes gráficos – Ed. Bruguera (1976).
|
Para
las cubiertas y portadillas interiores Iñigo, en excelente momento
creativo, realizó unas ilustraciones en las que la protagonista posaba
en diferentes posturas exhibiendo parte de su bien modelada anatomía.
Hasta el número 20 su figura dominaba la portada, pero por indicación de
los editores, en los volúmenes siguientes pasó a escenificar chistes
gráficos con unos antiestéticos bocadillos de rotulado mecánico, varios
personajes y contenidos en los que se prescindió de la sutileza que era
característica de las historietas para dar paso a un humor más explícito
y tosco.
En los
momentos iniciales, de ventas elevadas, la editorial premió
económicamente al creador, pero luego las gratificaciones fueron
disminuyendo al compás de los beneficios, con lo que su cuantía siguió
una línea descendente que acabó tocando suelo.
Candela
Candela
Candela - ABC (10-V-1983).
|
Detrás de su alumbramiento se encontraba Luis María Ansón, que acababa de ser nombrado director de ABC e iniciado una renovación considerable del periódico. Ansón hubiera preferido hacerse con Lolita, que ya había merecido su atención, pero como continuaba en las páginas de Pueblo, optó por esta vía que consideró era la más análoga posible.
El fin de Pueblo
El pelo negro ensortijado de Candela y su rostro más redondeado la diferencian de Lolita,
pero su cuerpo es el mismo: esbelto y con las curvas bien marcadas. Una
anatomía que hacía palidecer la de las actrices y otras bellezas reales
del momento que, tan ligeras de ropa como ella, compartían las páginas
de la sección “Gente”. Se publicaba en vertical, ocupando cuatro niveles
y con el mismo formato que Lolita, con viñetas un poco más
apaisadas que las antiguas, lo que permitía al dibujante dividir alguna
en dos. La impresión en huecograbado proporcionaba mejor calidad que la
obtenida en Pueblo. Los gags llevan el sello característico del autor.
Cuando, al cabo de algo más de un año, Lolita comenzó a publicarse en ABC (más adelante nos ocupamos de ello) la creación de episodios de Candela fue
interrumpida. No obstante, los que estaban inéditos se publicaron
semanalmente, en colores y en disposición horizontal en las páginas de
“Al loro” del suplemento dominical. El coloreado era efectuado en el
propio periódico. Durante cierto tiempo, aparecieron ocupando la parte
inferior de la página, con lo cual los dibujos quedaban demasiado
pequeños. Luego se incluyeron tres viñetas en la página izquierda y la
última en la contigua de la derecha, con lo que el tamaño pudo ser
aumentado.
| ||||||
El fin de Pueblo
Lolita, el día anterior a la despedida de Pueblo (16-V-1984).
|
En la última fase, el dibujo mostraba preferencia por una mayor simplicidad de líneas y trazos más humorísticos.
El
periódico, en lo que concierne a la figura femenina, había ido
adaptándose a los nuevos tiempos y, liberado ya de las limitaciones
impuestas por la censura oficial, incluía imágenes con las que buscaba
agradar a los lectores masculinos que, como se ha dicho, eran la
mayoría. Se publicaban fotografías de mujeres cuya desnudez sobrepasaba
la de Lolita, a pesar de que entonces salieron a la luz viñetas que en
su día no habían obtenido el visto bueno de los censores.
No fue casual que, en 1978, uno de los premios “Populares de Pueblo”
fuese para la actriz Susana Estrada, ni que en la fiesta de entrega
mostrase sus ya aireados pechos a los asistentes: presidente del
gobierno, ministros, otros políticos, intelectuales, artistas y... el
“viejo profesor” que era Alcalde de Madrid y que pareció muy complacido.
En la misma línea se sitúan los relatos con textos y viñetas en torno a
hechos eróticos, o la campaña publicitaria “Pueblo, porque todos somos Pueblo”
que el diario incluía durante su última etapa y en la que podía verse
el dibujo de una chica desnuda leyendo un ejemplar del periódico,
acompañada por el siguiente párrafo: “El PUEBLO AL DESNUDO. Si las
noticias, muchas veces son malas, que al menos las imágenes sean buenas.
Pueblo nos alegra la vista cada día un poco, para ayudarnos a digerir la información mejor”.
Desfasada o no, el hecho cierto es que Lolita tuvo entre los lectores de Pueblo numerosos admiradores, que siguieron sus andanzas y que todavía la recuerdan.En los últimos años el destape en Pueblo superó ampliamente el de Lolita. De izquierda a derecha: entrega de premios populares de Pueblo -Contifoto, revista Qué (27-II-1978)-, fotografía de Zyna, Pueblo (15-V-1984), y campaña “El Pueblo al desnudo”, Pueblo (V-1984). |
Lolita en ABC
Cuando se produjo el cierre de Pueblo,
la contratación de la serie en el extranjero había decrecido
notablemente y sin la contribución económica del citado diario, su
continuidad ya no era rentable. En esta situación, Iñigo recibió una
llamada telefónica de Creaciones Editoriales. “No hagas más tiras de
Lola, pues Pueblo ha cerrado”, pero unos minutos más tarde el teléfono sonó de nuevo. “Sigue haciendo Lola, que va a ir a ABC”. Ansón había conseguido por fin la incorporación de Lola a su periódico en exclusiva para España.
Lolita - ABC (5-VI-1984). |
«La rubia más famosa del «cómic» español en los últimos años, la protagonista de la tira cómica más popular de la transición, se incorpora, a partir de hoy, a las páginas de ABC, en sustitución deCandela, otra de las heroínas surgidas del prodigioso tintero de ese creador que firma con el nombre de Iñigo. Candela se traslada al dominical».
Se publicaba en el lugar que dejaba vacante Candela,
en la sección “Gente”, donde aparecían fotografías femeninas que,
aunque estaban bastante distantes en cuanto a desnudez de las que había
exhibido Pueblo, eran las más osadas del diario.
Las viñetas se agrupaban en vertical y tenían el mismo formato utilizado en los últimos años de Pueblo, que es el mismo que el de la serie reemplazada. El dibujo, más humorístico, puede considerarse una vuelta a los orígenes, pero a diferencia de aquellos primeros tiempos, el grafismo tiene menos líneas, es más esquemático. La tendencia que se había iniciado en Pueblo se vio favorecida por la reducción de tamaño de los originales, decidida por la agencia, con lo que Iñigo tenía que dibujar a menor escala. Los temas continuaron siendo los mismos y muchos de los antiguos gags fueron reinterpretados buscando diferentes combinaciones de los mismos elementos.
Las viñetas se agrupaban en vertical y tenían el mismo formato utilizado en los últimos años de Pueblo, que es el mismo que el de la serie reemplazada. El dibujo, más humorístico, puede considerarse una vuelta a los orígenes, pero a diferencia de aquellos primeros tiempos, el grafismo tiene menos líneas, es más esquemático. La tendencia que se había iniciado en Pueblo se vio favorecida por la reducción de tamaño de los originales, decidida por la agencia, con lo que Iñigo tenía que dibujar a menor escala. Los temas continuaron siendo los mismos y muchos de los antiguos gags fueron reinterpretados buscando diferentes combinaciones de los mismos elementos.
Lolita rejuvenecida – ABC (15-9-1990).
|
En
el ínterin tuvo lugar el desmoronamiento de Editorial Bruguera. El
proceso se inició con la suspensión de pagos mientras Lolita todavía
salía en Pueblo, y se consumó en 1986, cuando ya estaba en ABC.
Para el mundo del cómic el fin de Bruguera supuso un cataclismo, pero
la serie no se vio afectada, pues C.E. mantuvo su actividad como
sociedad independiente.
34 años de dibujos
Finalizado
ya nuestro rápido recorrido cronológico por las tiras de prensa creadas
por Iñigo, parece llegado el momento de subrayar sus características
más significativas.
La
primera es, sin duda, la semejanza entre ellas, sólo algunos detalles
las diferencian, por lo que observando la figura y el comportamiento de
Lola, la más popular y duradera, estamos muy próximos a conocer a sus
compañeras. El dibujo –como tenía que suceder en una obra tan
prolongada– pasó por diferentes períodos, manteniendo siempre unos
niveles más que aceptables de elegancia, claridad y firmeza. Iñigo
utilizaba las líneas precisas para crear el ambiente y poner de relieve
la intervención de los personajes. Desde el principio demostró el
dominio de las anatomías y el acierto en la elección del tipo con el que
dio vida a sus chicas. Ni tan escuálido como el preferido por los
grandes modistos, ni exageradamente dotado.
Desde luego, muy alejado de las exuberantes mujeres de los pornográficos fumetti italianos, que proliferaron en la España de la transición.
Desde luego, muy alejado de las exuberantes mujeres de los pornográficos fumetti italianos, que proliferaron en la España de la transición.
En
los primeros tiempos de Lolita, cuando el dibujo fue adoptando formas
más realistas, la vimos dejar atrás su fisonomía de jovencita inocente,
cambiar de peinado, hacerse adulta y mostrar una expresión más
provocativa. Transcurridos veintitantos años, cuando se disminuyó el
tamaño de los originales, el grafismo con líneas más simples y matices
humorísticos la hizo rejuvenecer. En la recta final, los dibujos
iniciaron un lento declive.
A la serie Marta y María, cuya publicación casi coincidió con la década de los setenta,
le correspondió un periodo de estabilidad estilística, por lo que no se
vio afectada por cambios estéticos. Sin embargo, en Candela, se aprecia ya la tendencia hacia el humorismo.
El lenguaje gráfico de las tiras de Iñigo es internacional – Viñetas de las tiras L1966, L1999 y L2818 – Las tres en Ed. Bruguera. |
La narración gráfica y su lenguaje
Si Lolita
y sus compañeras fueron recomendadas por Editorial Bruguera a sus
dibujantes como arquetipo, el modo en el que Iñigo construía sus
historietas es todo un manual de cómo utilizar los recursos del cómic.
Una disciplina necesaria para un trabajo como el suyo en el que tenía
que superar diversas limitaciones: brevedad, formato fijo (cuatro
viñetas del mismo tamaño o equivalente), dibujos que soportasen una
impresión deficiente, común en la prensa de la época y, sobre todo, la
condición de no utilizar diálogos ni textos de apoyo. El historietista
diseñaba la estructura básica de la tira distribuyendo la secuencia en
cuatro momentos significativos, con una acertada composición de las
escenas, sin angulaciones extremas y con predominio de los planos medios
y generales cortos.
Iñigo
se manifiesta además como un maestro en expresar todo tipo de ideas,
sensaciones y estados de ánimo mediante imágenes simbólicas y metáforas
visuales. Son habituales signos como estrellitas que acompañan al dolor o
varios pequeños corazones en el aire que indican enamoramiento,
imprescindibles con unas chicas como las de Iñigo. La descripción de
situaciones por parte de los personajes queda perfectamente expresada
utilizando bocadillos. Sólo alguna onomatopeya incumple, de vez en
cuando, las reglas señaladas, aunque no el objetivo final, que era
evitar la traducción a otros idiomas.
Temas predilectos
Los viajes en el tiempo de Lola – L3154 – Ed. Bruguera nº 26 (1976). |
La variedad de situaciones y lugares que dan pie a cada
episodio es muy amplia, pero algunos son recurrentes y marcan el
carácter de la serie. Configuran un mundo singular en el que viven las
protagonistas, un mundo con abundantes reiteraciones que sus seguidores
reconocen y aceptan con agrado. Así sucede con un tema, tan tópico en
los chistes como son los náufragos, que afecta con frecuencia a las
chicas. Siguiendo lo que ya es una tradición, no se suele contar a dónde
viajaban, ni por qué fueron a parar a una balsa o a una isla diminuta,
con compañía o sin ella. Sólo interesa como situación de partida para la
breve vivencia que tiene lugar allí y, por supuesto, como motivo para
que puedan aparecer en bañador o con los restos del que fue su vestido.
Otros escenarios acostumbrados –también proclives al lucimiento
corporal– son las playas o las consultas de los médicos, con unos
galenos que no saben resistirse a los encantos de tan bellas pacientes.
Este comportamiento suele repetirse en las oficinas o en los hogares
donde las jóvenes prestan sus servicios.
En
este mundo imaginario las calles son campo de operaciones de un sin fin
de atracadores, que no contentos con robar el dinero y otros objetos se
empeñan en llevarse los vestidos de las chicas Pero no acaban ahí los
peligros que amenazan a los peatones, pues son numerosos los pozos sin
tapa que deben sortear en las aceras. El hogar tampoco es un lugar
seguro y las labores domésticas o el bricolaje conllevan un riesgo. Por
ejemplo, la tarea de colgar un cuadro suele acabar en desastre, también
son frecuentes las escenas en torno a perros, vendedores a domicilio... o
las que pudieron ser románticas en un banco del parque.
Aunque
el mundo de nuestras Lolitas no corresponda en su totalidad con el
real, proporciona un reflejo visual de vestidos, muebles, utensilios y
muchos más elementos materiales que eran comunes en las fechas en que
fueron realizados los dibujos. El paso de los años resulta evidente con
la presencia de teléfonos con disco de marcar giratorio o máquinas de
escribir.
Estas
chicas de Iñigo no solo se mueven en el ámbito que podemos denominar
conocido, también se relacionan con individuos de otras latitudes y
otras épocas, como faquires, árabes con harén, pieles rojas, caballeros
con armadura, cavernícolas prehistóricos y hasta alienígenas. Estas
escapadas ocasionales contribuyen a romper la monotonía que amenaza este
tipo de series.
Las Lolitas de Iñigo
Lolita. Naufragio y maternidad prolífica - L192 – Ed. Bruguera nº 1 (1975). |
El
imprevisible comportamiento de sus protagonistas influye también en la
diversidad de las anécdotas narradas. Lola, Sofía, Marta, María o
Candela, no son personajes que respondan a unas pautas de conducta, ni
siquiera a una situación o estado concreto dentro de la sociedad. Son
actrices que interpretan en cada ocasión el papel que su creador les
asigna. Cualquiera de ellas puede aparecer un día como atenta madre de
unos niños, al siguiente buscando afanosamente pareja, luego viuda,
casada y con un hogar, o haciendo comprender al lector -aunque no se
muestre- que mantiene relaciones sexuales con algún hombre. Tampoco
faltan los casos en los que estas dos últimas circunstancias se
presentan simultáneas, en un triángulo amoroso típico del vodevil y con
Lolita en su versión más desvergonzada.
El
atractivo de las Lolitas de Iñigo y su poder de seducción es el motivo
central de muchas de las tiras. Con frecuencia, un mal fario parece
amenazar a quienes se rinden a sus encantos y el lance finaliza
trayéndoles malas consecuencias. El mencionado leitmotiv pone
de manifiesto la polimórfica moral de las chicas. Los hombres, a los que
de forma deliberada o involuntaria han hechizado, suelen pretender de
ellas bastante más que una sonrisa, pero cuando inician el galanteo lo
mismo pueden encontrar la aceptación de una Lolita desenfadada con ganas
de desfogar su libido que el rechazo más categórico y una sonora
bofetada, como consecuencia de una ética rigurosa. El episodio puede
verse interrumpido por una esposa que ha descubierto el enredo o acabar
en un matrimonio que, por lo general, no entraba en los planes del
flirteador.
El propio Iñigo dice, refiriéndose a Lolita y su conducta: “Yo no me casaría con ella, uno se expone demasiado”. En
sentido contrario, nuestras bonitas jóvenes también toman la iniciativa
para conseguir la atención de apuestos muchachos que se cruzan en su
camino. Sin embargo, su ambigua moral les lleva, en bastantes ocasiones,
a anteponer el interés económico y a preferir hombres de más edad, pero
ricos.
Las características señaladas en este apartado se cumplen en su totalidad en las series con una sola protagonista, pero Marta y María
presentan algunas ligeras diferencias. La dualidad se manifiesta en la
coincidencia de la atracción que ambas ejercen sobre el sexo opuesto, y
da pie para desarrollar comportamientos de camaradería y buena
convivencia o, por el contrario, de competencia y rivalidad. El tono es
aquí más formal que en Lolita, por lo que las dos protagonistas se
desvisten menos que su compañera.
De la ficción a la realidad
Los emparejamientos de Lola, son, a veces, muy interesados – L948 – Ed. Bruguera nº 12 (1975) – En Pueblo se publicó censurada el 26-4-1966. |
La aparición de Lolita en Pueblo y
el éxito que la acompañó supuso un paso adelante en la paulatina
progresión de la historieta en la sociedad española. Sin duda, la serie
buscaba una comercialidad basada en la aceptación del público adulto
masculino, por lo que es posible que en su momento nadie reparase en los
logros conseguidos. Pocos podían hacerlo en aquellos años en que sólo
algunos estudiosos se ocupaban a título individual de los relatos
verboicónicos. Pero eran logros la publicación continuada en la prensa
diaria, que la protagonista fuese una mujer, el aire de libertad de sus
contenidos, la presencia de la llamada del sexo (aunque fuese más
insinuada que visible) y la aportación al lenguaje de las narraciones
gráficas.
Reconocido
ahora este balance positivo, podemos ser benévolos al juzgar las
concesiones al machismo imperante en la época, presentes en la serie y
la ausencia de planteamientos igualitarios para la mujer.
Tal
vez haya jóvenes a los que los hechos favorables señalados les parezcan
normales y hasta insuficientes en una sociedad libre, pero en aquellos
tiempos la nuestra no lo era y por eso era tan importante entreabrir
alguna de las puertas que estaban cerradas.
APÉNDICE |
Proporción de las viñetas: altura/base
| |
Lola – Lolita
|
0,94 / 0,81
|
Marta y María
|
1,07
|
Candela
|
0,81
|
Las viñetas de Sofía en Can Can
fueron estrechadas de manera irregular hasta 1965. Luego mantuvieron
las proporciones originales. Similar modificación se efectuó en las
viñetas de nuevo formato en la recopilación de Lola editada por
Bruguera.
Tiras producidas: (cantidades orientativas)
| |
Lola – Lolita (Sofía)
|
5.430
|
Marta y María
|
405
|
Candela
|
255
|
TOTAL
|
6.090
|
Ejemplares ordinarios
|
Nenhum comentário:
Postar um comentário