No Brasil Mortadelo & Salaminho fez um grande sucesso entre os anos 60 e 70 tendo sido primorosamente publicado de 1969 a 1978 no formato álbum pela Editora Cedibra por 29 edições, todas disponíveis no Tralhas Várias. A partir de 1974 a Rio Gráfica Editora passou também a publicar os personagens em revista formato americano até o #17, e em formatinho até o #91 em 1982, quando teve encerrada sua publicação. Desde então (exceto por uma única publicação em 1996) ficamos privados do humor ímpar de Ibañez, cuja mistura de ingenuidade, crítica dos costumes e violência estilo pastelão levou esta excelente e divertida paródia que mistura James Bond com Agente 86 e Os Três Patetas às últimas consequências.
Tive a sorte de encontrar alguns
desses raros exemplares da RGE em ótimos estado e são eles que a partir
de agora estaremos disponibilizando, scan nosso e tratamento do Gizmo, no desejo de que essa atrapalhada dupla de agentes e seu séquito de divertidos personagens tais como O Super, o Professor Bactério e a secretária Ofélia voltem a divertir antigos e novos fãs nas situações mais absurdas e hilárias que as HQs podem proporcionar. Boa diversão!
La dulce Irma, personaje poco explotado en la serie Mortadelo y Filemón.
Para terminar, retomaremos el caso de Irma para estudiarlo con más detalle. Irma es la bella secretaria que aparece en la serie más célebre y más rentable del cómic español: Mortadelo y Filemón, de Francisco Ibáñez.
Quizás el problema de Irma (si puede hablarse de problema) es que se trata de un personaje que no genera comicidad en sí mismo sino que solo puede ser desencadenante de la comicidad de los otros. Pero lo que Ibáñez busca son personajes que sean motores de gags, que desencadenen la acción, que puedan provocar ellos mismos el humor. Y quien es capaz de hacerlo es Ofelia, no Irma. Ofelia puede adoptar un papel cómico, puede ser el payaso. Tan payaso como sus colegas masculinos. Es posible reírse de Ofelia pero no es posible reírse de Irma. Solo es posible reírse con Irma. Así, al final, la fea –pero cómica– gana la partida a la guapa porque es ella quien sirve a Ibáñez como elemento generador de comicidad.
Pese a los años transcurridos, la temprana desaparición de Irma nos remite inevitablemente a la también temprana desaparición de Pocholita, la joven y guapa hija de la familia Cebolleta que evocábamos al inicio del artículo. Ambas desapariciones son muy representativas de una misma manera de abordar la presencia de la mujer en las historietas de la Escuela Bruguera. Tanto en una serie como en la otra, la ausencia de estas dos bellas jóvenes se confirma como la muestra más palpable de la existencia de un verdadero canon en la representación femenina. Un canon que ni el tiempo quiso o supo cambiar.
VII. BRUGUERA, MORTADELO Y LA DULCE IRMA
Para terminar, retomaremos el caso de Irma para estudiarlo con más detalle. Irma es la bella secretaria que aparece en la serie más célebre y más rentable del cómic español: Mortadelo y Filemón, de Francisco Ibáñez.
El caso de Irma –cuyo nombre remite a Irma, la dulce– es muy significativo. En primer lugar porque pese a ser un personaje plenamente brugueresco
e incardinado en la serie más célebre de Bruguera, su nacimiento se
produce –significativamente– fuera de Bruguera. Irma nace en el episodio
¡Terroristas! (1987) publicado en la revista Yo y Yo
de Ediciones Junior. Casualidad o no, Ibáñez espera no solo el fin de la
censura sino incluso el fin de Bruguera para introducir una escultural
presencia femenina en el universo de Mortadelo y Filemón. Con la llegada
de un personaje verdaderamente sexy, Ibáñez parece dispuesto a
revolucionar el mundo de los dos agentes secretos. Bien explotado, esta
criatura habría podido dar un estimulante giro a la serie en la misma
medida que la entrada a la T.I.A. cambió para siempre las aventuras de
sus protagonistas con respecto a los tiempos de la Agencia de
Información.
Irma es la antítesis de la oronda Ofelia, aparecida en la historieta Los gamberros
(1978). Y las emociones que Irma desata sobre Mortadelo y Filemón son
también antitéticas. Si Ofelia se había caracterizado por querer seducir
(sin éxito) a los dos agentes, ahora son ellos los que quieren enamorar
a la nueva incorporación. Ellos, que se muestran tan poco atentos (o
mejor dicho: brutales) con Ofelia, se deshacen en atenciones
inverosímiles hacia Irma. El contraste es alto en comicidad. Y podría
haber sido muy prometedor si Ibáñez lo hubiera explotado con la valentía
que demostró al enrolar los dos agentes en la T.I.A. Pero no. Como
señala certeramente Miguel Fernández Soto ese contraste entre el
galanteo y las groserías resulta «anodino» y «el esquema, repetido una y
otra vez sin la más mínima variación, anula su eficacia».[38]
Pero
pese a mantenerse en otras historietas publicadas ya en el seno de
Ediciones B, el personaje finalmente desaparece tal como había llegado:
sin avisar. Tal vez Ibáñez es consciente que el uso trivial que está
haciendo de Irma tan solo le lleve a generar un fastidioso cliché lleno
de tópicos libidinosos. Y tal vez sea igualmente consciente que un uso valiente
de su papel desataría profundos cambios en el universo de los dos
detectives. Usado con todo su potencial, puede acabar siendo un elemento
desestabilizador en una serie tremendamente popular y que vive anclada
ya en una repetición cada vez más evidente en sus temas e incluso en sus
chistes.
Quizás el problema de Irma (si puede hablarse de problema) es que se trata de un personaje que no genera comicidad en sí mismo sino que solo puede ser desencadenante de la comicidad de los otros. Pero lo que Ibáñez busca son personajes que sean motores de gags, que desencadenen la acción, que puedan provocar ellos mismos el humor. Y quien es capaz de hacerlo es Ofelia, no Irma. Ofelia puede adoptar un papel cómico, puede ser el payaso. Tan payaso como sus colegas masculinos. Es posible reírse de Ofelia pero no es posible reírse de Irma. Solo es posible reírse con Irma. Así, al final, la fea –pero cómica– gana la partida a la guapa porque es ella quien sirve a Ibáñez como elemento generador de comicidad.
Pese a los años transcurridos, la temprana desaparición de Irma nos remite inevitablemente a la también temprana desaparición de Pocholita, la joven y guapa hija de la familia Cebolleta que evocábamos al inicio del artículo. Ambas desapariciones son muy representativas de una misma manera de abordar la presencia de la mujer en las historietas de la Escuela Bruguera. Tanto en una serie como en la otra, la ausencia de estas dos bellas jóvenes se confirma como la muestra más palpable de la existencia de un verdadero canon en la representación femenina. Un canon que ni el tiempo quiso o supo cambiar.
Você venderia os exemplares originai? ou vai precisar deles depois de scanear? carlos.nunes14@fatec.sp.gov.br
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